El conflicto civil en El Salvador a través de la vida de Ignacio Ellacuria

The civil conflict in El Salvador through the life of Ignacio Ellacuria

Bruno Sovilla
Universidad Autónoma de Chiapas
Facultad de Ciencias Sociales
Telegrafista 25, col. XIV septiembre C.P. 29220 San Cristóbal de las Casas, Chiapas

bruno.sovilla@unach.mx
https://orcid.org/0000-0002-1148-6670



Recibido: Abril. 02, 2024 Aceptado: Mayo. 09, 2024 Publicado: Mayo. 28, 2024

DOI: https://doi.org/10.31644/RMI.V4N4.2024.A09

Reseña

Carlos Mauricio Hernández (2022). La civilización fracasada. Crítica política desde Ignacio Ellacuria al capitalismo.  Editorial UNAM ISBN: 9786073065023 https://www.cimsur.unam.mx/index.php/publicacion/obra/168

Resumen

El filósofo y teólogo jesuita español, Ignacio Ellacuria Beascoechea, conocido como el “volcán jesuita”, ingresó a una edad temprana en la Compañía de Jesús y se trasladó a El Salvador en el noviciado de Santa Tecla donde intentó, desde la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, analizar las causas y proponer soluciones no violentas al enfrentamiento entre la oligarquía local cafetalera y los movimientos campesinos que había degenerado en un conflicto armado en la década de los 80.

En “La civilización fracasada” el autor examina el pensamiento del sacerdote español, contextualizándolo en un país, El Salvador, que desde la segunda mitad del siglo XIX estuvo dirigido por una élite cafetalera compuesta por 14 familias que tenían la capacidad de controlar directamente los gobiernos civiles o de provocar golpes militares cuando lo consideraban necesario.  Esta élite reaccionaria y sin escrúpulos, reprimió cualquier intento de rebelión desde la base campesina y, con el apoyo del gobierno estadounidense, encausó las tensiones sociales en un conflicto armado que duró 12 años. Tampoco dudó en perseguir a los teólogos jesuitas acusándolos de difundir la ideología comunista que había triunfado en Cuba y Nicaragua.

Sin embargo, tanto la reflexión como la acción del teólogo español se realizaron dentro de las universidades, caracterizándose por el intento de encontrar una alternativa teórica y viable entre el capitalismo explotador y el socialismo real, sin ninguna concesión a la oligarquía dominante ni a la degeneración violenta y destructiva de los movimientos guerrilleros.

Palabras clave: Conflicto social, No violencia, Teología de la liberación

-Abstract-

The Spanish Jesuit philosopher and theologian, Ignacio Ellacuria Beascoechea, the “Jesuit volcano”, entered the company of Jesus at a very young age and moved to El Salvador in the novitiate of Santa Tecla where he tried, from the José Simeón Cañas Central American University, to analyze the causes and propose non-violent solutions to the confrontation between the local coffee oligarchy and the peasant movements that had degenerated into an armed conflict in the 1980s.

In “The Failed Civilization” the author examines the thought of the Spanish priest, contextualizing it in a country, El Salvador, that since the second half of the 19th century was run by a coffee-growing elite gathered in 14 families, capable of directly controlling the civil governments or to cause military coups when they needed it. This reactionary and unscrupulous elite repressed any attempt at rebellion from the peasant base, and with the support of the North American government, it channeled social tensions into an armed conflict that lasted 12 years. Nor did he hesitate to persecute Jesuit theologians, accusing them of spreading the communist ideology that had triumphed in Cuba and Nicaragua.

However, the reflection and action of the Spanish theologian took place within the universities, and was characterized by the attempt to find a theoretical and viable alternative between exploitative capitalism and real socialism, without any concession to the dominant oligarchy and neither towards the violent and destructive degeneration of guerrilla movements.

Keywords: Liberation Theology, Non-Violence, Social Conflict



“La civilización fracasada” obra del Dr. Carlos Mauricio Hernández, joven investigador salvadoreño, es una interesante presentación del pensamiento y la obra del padre jesuita español Ignacio Ellacuria, contextualizada en El Salvador y que abarca el periodo previo a la guerra civil que asoló a este pequeño país centroamericano entre 1979 y 1990.

Mediante el análisis de los aportes teológicos y filosóficos de Ellacuria, así como de la  labor académica y social que realizó desde la UCA (Universidad Centroamericana José Simeón Cañas), en el libro editado en colaboración con Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur,  el autor introduce al lector en la realidad social de El Salvador en la segunda mitad del siglo XX caracterizada por conflictos irreconciliables entre una élite  cafetalera constituida por 14 familias y los trabajadores pobres  sometidos a condiciones extremas de explotación. La figura del jesuita español junto con otros exponentes de la Teología de la Liberación, permite entender las causas profundas de un conflicto social que culminó en una guerra civil particularmente destructiva y sangrienta. El Padre Ellacuria destaca por su gran amor hacia una realidad muy distinta de la del país vasco, su lugar de nacimiento, por la profundidad de su obra intelectual y la firmeza y coherencia de su denuncia hacia las injusticias y sus causas.

En el primer capítulo el autor contextualiza la obra de padre Ellacuria, en una realidad tan extrema como la de El Salvador, el pequeño país centroamericano, con una economía monoexportadora, dependiente del café, desde la mitad del siglo XIX. La concentración de la actividad cafetalera en manos de solo 14 familias, generó una élite económicamente poderosa capaz de controlar a los gobiernos directamente o a través de grupos militares y bandas paramilitares en las situaciones más extremas. La ausencia de una reforma agraria que redistribuyera la propiedad de la tierra, sumada a la privatización de tierra ejidales y comunales a finales del siglo XIX, y la difícil situación económica que se agravó con la gran crisis mundial de 1929, alimentaron las tensiones sociales que culminaron en 1932 con una revuelta campesina brutalmente reprimida por el gobierno del general Martínez, marcando el inicio de un periodo pretoriano, es decir medio siglo de gobiernos militares.

Durante este periodo las tensiones sociales continuaron intensificándose, con la élite salvadoreña caracterizada por no tener un proyecto inclusivo hacia la mayoría de la población, y por decisiones políticas que agravaron la situación económica, como a finales de los años 60, cuando el gobierno salvadoreño agredió a Honduras, país que había realizado esa reforma agraria rechazada por las 14 familias en El Salvador. Al contrario, la reforma agraria en Honduras también redistribuyó tierras previamente ocupadas por campesinos salvadoreños, que fueron expulsado a su país, exacerbando la tensión entre ambos países.

Tras la caída de Arbenz en Guatemala (1954) por intervención del gobierno norteamericano, y con la instauración de regímenes comunistas en Cuba (1959) y más tarde en Nicaragua, el contexto internacional cambió, especialmente en Centroamérica donde el enfrentamiento entre los dos bloques comenzó a tener consecuencias significativas. Por esta razón en la década de 1970, la situación social en El Salvador se agravó y tanto las masas explotadas como la élite, radicalizaron sus posiciones dando origen a los movimientos guerrilleros, por un lado, el frente Farabundo Martí de liberación nacional y el ejército revolucionario del pueblo, por el otro la Falange que unía las bandas paramilitares al servicio de la élite. Los enfrentamientos se intensificaron y degeneraron en una sangrienta guerra civil que duró 12 años, hasta 1992 cuando ambas partes firmaron los Acuerdos de Paz de Chapultepec en la Ciudad de México.

En el segundo capítulo, “Democracia y Estado en Centro América”, el autor continúa contextualizando la realidad centroamericana, marcada por una fractura social difícil de remediar, aplicando categorías que han sido exitosas en los países occidentales.  Tras recordar el origen de la democracia en la antigua Grecia, donde incluso en su apogeo en la Atenas de Pericles se excluía a grupos importantes de la población de la vida política (las mujeres, los esclavos y los metecos, extranjeros que no podían adquirir la ciudadanía ateniense), Hernández señala que esta organización política comenzó a extenderse a Latinoamérica después de la Constitución de Cádiz, en 1812, adoptando la forma de la democracia representativa presidencialista. Sin embargo, la sistemática violación de los derechos humanos de la mayoría de la población por parte de la élite en el poder, que se intensificó en El Salvador en el periodo pretoriano, impidió que esta forma de gobierno participativa y exitosa en otros contextos, desplegara sus beneficios también en Centroamérica.

A partir del tercer capítulo el autor se enfoca en la vida, la actividad social de Ignacio Ellacuria, su impacto a nivel político y teórico, inicialmente en el noviciado de Santa Marta de la compañía de Jesús, y posteriormente en la UCA de la cual fue rector a partir de 1979. Desde principios de la década del 70, la UCA se convirtió un centro importante que fomentaba el pensamiento crítico, siendo el único que quedaba en el país después de que los militares cerraron la UES (Universidad de El Salvador) en 1972. Don Ellacuria era un representante muy considerado y estimado sobre todo dentro de la UCA, por su fervor reformista que había contaminado la iglesia católica después del Concilio Vaticano II (1962-1965).  La Compañía de Jesús, que había alcanzado reconocimiento e inserción en Centroamérica con muchas dificultades a lo largo del siglo XX, comenzó a ser portavoz del cambio en la doctrina social a partir del Concilio II a través de Ministros de culto como padre Pedro Arrupe, con posiciones consideradas más radicales que lideraron este cambio. El Colegio Externado de San José, donde padre Arrupe ejercía su ministerio, se convirtió en un centro crítico hacia la élite en el poder y padre Arrupe fue asociado con la Teología de la Liberación, movimiento del cual muchos jesuitas se desvincularon para unirse a los movimientos guerrilleros durante la guerra civil.

En la década de los 70 la represión contra los jesuitas se intensificó, porque la élite dominante, apoyada por el gobierno estadounidense buscaba evitar un desenlace similar al de Nicaragua donde los sandinistas aliados de Moscú y Cuba, habían triunfado estableciendo un régimen socialista. En 1977, fue asesinado don Rutilio Grande, cercano a padre Ellacuria, y este fue obligado a refugiarse en la embajada de España. A pesar de su oposición a la violencia de los movimientos guerrilleros, y su labor mediadora entre los grupos en conflicto, su actividad dentro de la UCA que promovía un pensamiento crítico hacia la realidad salvadoreña, fue suficiente para que la élite lo considerara la mente detrás de la teología de la liberación, especialmente después del asesinato del arzobispo Romero en 1980, lo que lo condenó a muerte. Ellacuria fue asesinado regresando de Barcelona, donde había expuesto su pensamiento filosófico y político, crítico del capitalismo especialmente en su aplicación en Centroamérica, y muy claro en señalar que los regímenes comunistas estalinistas de la URSS y de Cuba no representaban una alternativa viable para las masas pobres explotadas del tercer mundo. Ellacuria reafirmaba su postura no violenta y su oposición los movimientos armados, considerados una respuesta equivocada a problemas sociales que requerían un trabajo a nivel académico dentro de las universidades, siendo éste el único que tiene un impacto de largo plazo.

En el último capítulo el autor precisa el pensamiento político de Ignacio Ellacuria. En esencia, el jesuita atribuye a lo que definió “civilización de la riqueza” el origen de los desequilibrios sociales y la explotación a la cual está condenada la mayoría de la humanidad.  En el sistema capitalista el fin de la actividad humana es la maximización de la riqueza personal, sin tomar en cuenta valores como la solidaridad y el respeto por los bienes comunes, que, por el contrario, se consideran útiles solo para el único fin egoísta de aumentar el bienestar personal, identificado con el nivel de vida material alcanzable. El intento de universalizar este principio ha causado extrema desigualdad e impide sacar de la miseria a la mayoría de la población mundial.

El sistema capitalista, bajo la hegemonía norteamericana, es considerado el responsable de la difusión de estos valores, y por tanto el enemigo principal según Ellacuria. En términos teóricos la propuesta del padre jesuita es clara y puede resumirse en el concepto de “civilización de la pobreza”, es decir la construcción de relaciones sociales que busquen la satisfacción de necesidades básicas, con una clara condena de las actitudes consumistas, a partir de la creación de redes solidarias en lugar de las relaciones de explotación que el capitalismo ha desarrollado.

Según el autor, el pensamiento de padre Ellacuria tiene una triple inspiración: la figura de Oscar Romero, el arzobispo asesinado por los militares en 1980, hacia el cual Ellacuria tenía un “pudor reverencial”; el movimiento de la Teología de la liberación y un pensamiento filosófico bien definido.

Tras los acuerdos de paz el Frente Farabundo Martí, la principal organización guerrillera, participó en las elecciones, de las que hasta ese momento se había excluido a los partidos de izquierda, propiciando así la lucha armada. En 2009, éste mismo frente ganó las elecciones y su candidato alcanzó la presidencia; pero la propuesta socio política de Ellacuria, “la civilización de la pobreza”, no se materializó. Dicha propuesta se mantuvo en un plano utópico, como un ideal irrealizable en el contexto social contemporáneo.

Los principales exponentes del Frente llegaron a gobernar el país sin lograr la transformación social que preconizaban desde la guerrilla. En las dos últimas elecciones ha triunfado una propuesta política diferente, liderada por Nayib Bukele, basada en la promesa de erradicar la violencia. Una propuesta que tiene poco que ver con los ideales de liberación social de Ellacuria y de la Teología de la Liberación, políticamente trasversal, que ha logrado captar el consenso de la gran mayoría de la población salvadoreña.

Conflicto de intereses

El autor declara no tener conflictos de interés que puedan influir en la objetividad, la integridad o la interpretación del texto.

Uso de Inteligencia Artificial (IA)

Durante la elaboración del presente trabajo el autor no utilizó ninguna herramienta o servicio de IA.

Referencias

Bobbio, N. (1985). Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política, México. Fondo de Cultura Económica.

Ellacuria, I. (1976). A sus órdenes, mi capital. En Escritos Políticos. Veinte años de historia en El Salvador (1969-89), tomo 1, San Salvador, UCA editores.

Whitfield, T. (2006). Pagando el precio: Ignacio Ellacuria y el asesinato de los jesuitas en El Salvador, San Salvador. UCA editores.